La microbiota podría influir en la memoria y el lenguaje durante el envejecimiento, según el CSIC.
Un estudio liderado por el CSIC ha identificado que diferentes perfiles de microbiota intestinal se asocian con variaciones en áreas de la corteza cerebral relacionadas con la memoria, el lenguaje y el procesamiento emocional. El hallazgo, publicado en Scientific Reports, sugiere que la composición de la microbiota podría influir en el envejecimiento cognitivo a través del eje intestino-cerebro, abriendo la puerta a futuras intervenciones nutricionales para prevenir o mitigar el deterioro cognitivo asociado a la edad.
El trabajo, desarrollado por el Grupo de Modelado Computacional de la Inteligencia del Centro de Automática y Robótica (CSIC-UPM) en colaboración con IMDEA-Food, es el primero en evaluar la relación entre microbiota intestinal y actividad cerebral espontánea mediante electroencefalograma (EEG) en reposo en personas sanas.
Los resultados muestran que la composición de la microbiota puede influir en la actividad del cerebro incluso en ausencia de enfermedad, y que esta actividad podría afectar funciones cognitivas clave como la memoria, el lenguaje y la cognición social. Según los investigadores, una modificación temprana de la microbiota a través de cambios nutricionales podría ralentizar el deterioro cognitivo.
El estudio distingue tres grupos de sujetos sanos con diferentes perfiles de microbiota (predominancia de Bacteroides o Prevotella), observando diferencias en la actividad cerebral en áreas como el precúneo, la corteza cingulada posterior y el giro fusiforme, regiones implicadas en la memoria episódica, el lenguaje y la emoción.
Una hipótesis plantea que cada perfil microbiano podría modular la señal del nervio vago, principal vía de comunicación entre el intestino y el cerebro. Esta modulación podría explicar la actividad cerebral específica de cada grupo y reforzar el papel del eje intestino-cerebro en el envejecimiento saludable.
“No todas las microbiotas son iguales, y esta diferencia puede tener un impacto significativo en la función cerebral”, ha señalado María Dolores del Castillo, investigadora del CAR-CSIC-UPM y líder del estudio.
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